Serendipia

 

Yosuke y Kana se aman, pero aun no lo saben. Bajando torpemente del tranvía, su chaqueta se atasca en la barra cerca de la ventana, haciéndolo perder el equilibrio. Cae hacia afuera y se golpea en la canilla con uno de los escalones, bajo la mirada fría y sorprendida del conductor. Pero no es el duro concreto lo que lo espera. En vez, el lado izquierdo de ella lo ataja en la plataforma llena de gente. Sin querer, claro. Mierda.

 

Espantada, Kana da un pequeño chillido. La gente al rededor mira con fría sorpresa. Yosuke se muere de verguenza, así que ríe en voz alta. Da una pequeña reverencia y le pide disculpas a Kana, quien ahora también rie, conteniendo el dolor del impacto en su lado izquierdo. Claro que está bien, dice. Mientras él gime en secreto, sobando su canilla, Yosukue se imagina suertudo de haber caido sobre ella y no un oficinista bombeado con anfetaminas. No es un buen luchador.

 

Dos semanas después, se encontrarán de nuevo, esta vez en el ascensor de la tienda departamental. Él necesita comprar cuerdas nuevas para su mandolina en el último piso, y ella necesita vendas enyesadas para hacer una máscara. Al principio no logran reconocerse, pero su memoria se refresca en cuanto sube más gente al ascensor y ella choca con el lado izquierdo de él. Ella chilla nuevamente, esta vez con agrado, y él da una sonrisa torpe. No, no, yo soy el que se disculpa por el otro dia. De compras? Mi piso. Quizás nos econtremos otra vez algún día.

 

Y así se encontraron otra vez, en un bar el viernes por la noche despúes del trabajo. Él aguantaba una fiesta de la oficina, ella salía con amigos. Sucedió que se sentarían en mesas opuestas. Yosuke se percató de la presencia de Kana cuando ella pelaba otra vaina de porotos de soya, aunque no sabía si saludarla o no. Es sólo cortesía, eso es todo. Creo que me vio.

 

Sus ojos se encuentran, y él da una torpe reverencia. Ella sonríe y saluda con la mano. Ojalá que no tenga cáscara de porotos en los dientes. Ambos están atrapados con sus respectivos acompañantes, él con colegas embriagados, ella con buenos amigos, así que ninguno se levanta. Una vez que su amiga decide que es hora de irse, Yosuke se topa con Kana volviendo del baño. Te vas? Me pregunto si nos seguiremos encontrando. Sonrisas en ambos lados.

 

Podría pasar en cualquier momento. Una caminata por el parque al lado de rio, una intersección en el centro de la ciudad, la parada del bus frente al banco. Mientras Yosuke camina a su casa pensando si llevará su motoneta a las montañas al otro día, Kana se lava los dientes y decide que irá a escalar cerros mañana. En un sueño profundo, ambos se perderan la hora en que las telas de araña brillan como gotas de rocío al primer destello del alba.